Encontradas en la basura en Lisboa hace unos dos meses, abandonadas antes de que vuelva a ellas. Se trata del único positivo que se conserva, modificado: partes de la foto han desaparecido total o parcialmente, y han aparecido raspaduras, marcas de agua, agresiones químicas y físicas. El proceso es de destrucción y al mismo tiempo de recuperación, supone una restauración paradójica de esos recuerdos abandonados. Quiero llamar la atención sobre la extrañeza añadida a un material básicamente familiar, privado y creado entonces sin ninguna ambición estética. Las imágenes atraen invitan a investigar más acerca de su estética, su forma, sus orígenes, su evolución en el tiempo.
Podemos suponer que en alguna escuela, ejemplar tardío de una de esas fotos icónicas que forman parte de mi propia educación visual (mi madre y mis tíos tienen fotos idénticas en el álbum familiar). La inmigración a Argelia, como indica un apunte en boli al vuelto de la foto. Una foto casual en un sofá: he eliminado el rostro de los dos personajes, pero podemos suponer que el momento había sido olvidado mucho antes, cuando alguien se deshizo de la foto. Podemos suponer, también, una relación entre el niño de la foto, su madre cuando era joven, y un pariente emigrado a Argelia ¿Acaso vivieron todos en algún momento en esa casa? Algunos personajes reaparecen en otras imágenes, también rotas o modificadas y cierto aire de familia nos remonta hasta las caras en blanco y negro. Podemos suponer que yo conservo alguna memoria de sus relaciones, de quienes eran y en qué fotografías aparecían. También voy olvidando, sin embargo, y construyendo a partir de esos nuevos puntos de recuerdo.
El niño que se levanta el día de reyes y juega con su triciclo, aún en pijama. Podemos suponer que se trata de eso y entonces, esa idea se mezcla con nuestro propio recuerdo. Algo ha quedado de la niña que apunta al globo del mundo con un mapa de Portugal detrás de sí.
ART BY SAÚL MARTÍNEZ