“Fallendi cupiditas, voluntas fallendi”
(Sin voluntad de engañar no hay mentira)
San Agustín De mendacio
Mentiras intenta redescubrir las dimensiones poéticas de lo urbano. Plantea la idea del herror (escrito con h), del fallo que inevitablemente antes o después se acaba produciendo en el mecanismo del engaño. Toda mentira, como el arte, la religión o el lenguaje, parte de la necesidad humana de la creación de engaños para conseguir atrapar aquello que es irracional o inmaterial. En este caso las alcantarillas giradas (trampas) funcionan como metáforas de ese mecanismo (construcción artificial y siempre fallida).