Si nos perdíamos pasábamos largas horas en silencio. En los orificios y grietas nos guiaba la luz. Manteníamos la calma para sobrevivir a las sacudidas de los terremotos. Muchos de ello eran silenciosos. Fuimos los primeros en cartografiar el vacío. No existía control por satélite ni soñábamos con el. Sólo muestras de agua y gusanos. Rastreábamos las profundidades en búsqueda de vida. Materia orgánica. Alimento. Dormíamos bajo tierra cubiertos por ramas antes de partir hacia lo desconocido.Toneladas de presión en nuestros corazones. Eramos abisales y bacterias. Innumerables criaturas en la oscuridad. De momento, esta era nuestra misión. Ir más allá de los indicios. Noche a noche fuiste invadiendo nuestras pesadillas. Nos despertabas cubiertos de sudor en las épocas más frías. No nos atrevimos a dibujarte sin jurar antes que estaríamos más unidos que nunca ante la adversidad. Eramos fuertes y muy débiles. Tan débiles que reventábamos de dolor la mayor parte de nuestras vidas. Tan fuertes que aprendimos a hacer fuego y matar. Eramos un puñado de pobres minusválidos. Unos jodidos cabrones en los albores del tiempo ganándose el pan. Ya no recuerdo si en aquella época existía algo parecido al amor. Recuerdo que escupíamos y labrábamos la tierra con nuestras manos sacrílegas. No se bien si los más jóvenes nos servían de alimento pero si recuerdo que los buitres eran arrojados a los acantilados para darte de comer sangre de tu sangre.
Hubo una mañana en la que una fiebre colectiva nos arrojó dudas. Eramos inmortales de espíritu. El cuerpo lo sabíamos enfermizo y putrefacto. El alma se nos apretaba nervio a nervio y temíamos no llegar a la siguiente estación, la próxima parada, el rito iniciático y funerario. Quisimos creer que crecerían palmeras. Santuarios en los que lavarse las manos sin ser devorados por ti. Pero tu crecías solemne. Eras el altar y las cofradías.Tu rostro no era rostro humano. Y al oscurecer aquella mañana las batidas de jabalí nos convencieron de no proferir amenazas ni alentar tu nombre en vano. Eramos tan solo el sueño de futuras megalópolis. De engendros y seres sin piedad. Nuestro esperma vibraba por dentro a la espera de Babel.
YAN NAZCA 2013