2.1.14

ANIMAL QUE CAVA SU PROPIA TUMBA (3) YAN NAZCA - SOLEDAD


Los escaparates eran quemaduras en los ojos. El ajuste de cuentas consistía en decidir lo esencial. Un bote de alubias. No llega para el aceite. Algunos padecíamos arritmias nocturnas. Otros inventaban relatos pugilísticos. Sueño con el desierto y naves espaciales repartiendo comida desde el cielo rojizo de Chile. Vuelvo cargado con el fusil. Desfila la columna Durruti y una hermandad de locos, enfermos y hambrientos. Bastaría con 20 céntimos y tumbarme al sol. Nos envolvía la niebla arropada por el fuego del amanecer. Eramos una manada furtiva agazapada en la Gran Vía. Los cachorros dormían y el instinto del hambre nos hacía delirar. Hollywood y la metafísica de los sueños nos había inculcado el sentido de la supervivencia y no conocíamos ni el bien ni el mal. 


Sol, Callao, no éramos más que una vomitona de refugiados. Había ciegos vendiendo limosnas. Basura ofrecida en dádivas por cada esquina. Comíamos juntos y a veces daba para postre. Nos calentábamos con hoguera de colillas y al fumar huíamos a otro mundo. No todo se llama Dios. También hay santos y mártires, escapularios con sida, visionarios alcohólicos y muertos de sed. La policía nos llamaba los mal paridos. Llevaban a Céline en la guantera. El cúter era nuestra ama de llaves. Los descosidos y amenazas eran frecuentes No teníamos tiempo para preguntarnos por la materia oscura del Universo. Era caldo o sopa. Língüística estructural del hambre.

HAMBRE BY YAN NAZCA
MADRID
2012